tejedor de tiempos
| Tejedor de tiempos |
La tierra enhebra verdores supurando la cosecha que el tiempo teje en orden. Los barrios erizados de maizales asoman drapeados de abundancia abriéndose camino de Ballongo a los campos de la oscura escanda. Los hombres aprietan el apurado mosaico de matices y promesas que remueven del huerto enseñado de murmullos al monte chillado de los carros, adonde los robles cuentan los castaños.
El día galopa a grupa de caballo del mozo seguro que rompe el paisaje de futuro hacia la villa. Su estela traerá frascos que preñan vacas grandes, praderas que nublan los molinos, dineros que acaban con los diezmos, motores que desatan de las eras. La luz sesenta por noventa en colonato sólo alumbra miseria de miseria.
La carril reventó de amarillos en las últimas andechas. El llagarón lloró las postreras manzanas sumando pomaradas. Los seculares carros del país cegaron sus sonidos. Las mozas salieron del reflejo de sus vidas y aprendieron. Tierras venidas de los feudos, horas finales os esperan y no sabéis que anudáis vuestro relevo.
Tejedor de tiempos, fragmento de este capítulo del libro Carbayón en rojo
© Luis E. García-Riestra
© Fotografía de Arturo Joaquín
© Fotografía de Arturo Joaquín


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