pupitres
Pupitres El olor a cocido en olla era un pensamiento, cuando hacía horas que la doble pauta se había marchado de los palotes en mi libreta nueva. A Joaquinito le pusieron orejas de burro y yo llegué a casa meado. La vida se iniciaba de renglones y enseñaba crueldad para niños de cuatro años en su clase particular. La escuela se había deshabitado de ilusiones en mis primeras mañanas sentado en la banqueta miserable del cuartito feroz de la señorita Chelo. Los pupitres habían olvidado a los niños que cada primavera rasparon y enceraron su tablero. La pizarra oscura asomaba su alma de arena junto a la fecha escrita por el maestro. Un portón trasero saludará cantando los comienzos del recreo en el patio desnutrido. En la escuela de don Santiago, el catón ha llevado a la copia de la elemental enciclopedia que solo alegran los lápices alpinos. Los días luminosos llenaremos el tintero y usando pluma y palillero pasaremos a limpio las historias del cuaderno. Las clases se ac...