Natividades
Llegaban las fechas y la ola yeyé sesentera dejaba seguido en nuestras casas poner el nacimiento. Antes, los niños y las madres habíamos hecho acopio de musgo verde en una tapia y escoria grande en la caldera de carbón, y recogido todo el papel plata de las tabletas de chocolate guardadas en la despensa; materiales preciosos que serán prados, montañas y ríos del paisaje quieto y mudo celebrado. Recuperada la caja de las figuras navideñas y añadiendo una o dos nuevas de moda este año, el mayor problema es el portal refugio de la sagrada familia, que ahora queremos como el belén de aquel escaparate. Luego está a qué distancia hay que poner los camellos para que lleguen a tiempo el día de reyes. Y es que los reyes eran lo importante, lo que los niños hablábamos y a los que esperamos ver en carne y hueso; al príncipe Aliatar ya le habíamos contado mientras nos abrazaba en su trono que hemos sido buenos y los juguetes que pedimos en nuestra carta para ellos. Toda la ciudad al atardecer ac