biblioteca de luces
Biblioteca de luces |
Una tarde con nombre el maestro nos propone fundar una biblioteca en la escuela. Elegimos a su presidente, su secretario, su tesorero, y Pedro, Juanín y José María trazan serios su primera rúbrica y rotulan con tinta china el libro de actas, el libro de cuentas y el registro de títulos. Los niños pondremos una peseta y cada primero de mes tendremos un libro nuevo. Desde ahora, el jueves es una fiesta; cuando se abre la biblioteca, José María recoge el dinero, Juanín apunta el libro que llevamos a casa y Pedro propone la lectura en alto.
Leímos entonces las historias escuchadas y otras nuevas. En aquella escuela de leche en polvo, enciclopedia Álvarez y salamandra escasa aparecieron los tres mosqueteros, Miguel Strogoff, el último mohicano, el corsario negro, Moby Dick y Robinson Crusoe. Nos visitaron escritores que nos hicieron viajar al centro de la tierra, buscar la isla del tesoro, ser capitanes intrépidos y ver el tigre en su bandera roja. Entre la tarima carcomida y el raso desconchado la biblioteca nos llenaba de luces que el maestro enhebraba libro a libro, engranando las voces y los hechos. Voces que sonarán ya siempre en nuestra infancia, secretaria y tesorera de los sueños.
Biblioteca de luces. Fragmento de este relato del libro Carbayón en rojo
© Luis E. García-Riestra
© Fotografía de Arturo Joaquín
© Fotografía de Arturo Joaquín
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