pitinos

Nos gustaba volver por esa calle. Regresar pegando la nariz a sus cristales. La tienda llamada de Tineo rezumaba un resplandor de olores pereciendo, en aquella ciudad que olvidaba los lugares. Anochecía casi siempre, cuando arrimábamos nuestra insaciable mirada al murmullo amarillento que piaba. La masa de pitinos manaba vida de continuo a la caliente luz de una bombilla. El escaparate azul del exotismo cambiaba incesante las posturas y nosotros perdíamos en ellas el paso familiar de vuelta a casa. Cuando las madres habían desaparecido de la vista, corríamos riendo confiados, sabiendo que una lumbre roja de carbones calentaría también nuestro hogar y sus refugios.

Los tíos cazadores vivían en un pueblo cultivado en sus fresales. Llevaba una mañana alcanzarlo y su madrugada, tras viajar todos los verdes y agotarnos de estaciones. Cuesta arriba en la casona se encontraba el cercado de los pointers; inquietos, pintados y mirones, callando la llegada conocida. En el portalón había perdices enjauladas que nunca supimos lo que hacían. La aventura comenzaba cuando íbamos solos al corral de los gallos franciscanos; teníamos que descubrir las cinco uñas de los más altivos y gritones. Y aprendimos allí que los pitinos eran los hijos mil de los mejores.

Contaba nuestro padre el tiempo del destierro en una aldea. La casa tenía gallinero. En la tienda de aves de la villa compramos dos gallinas de canela  y apellidos extranjeros. Con ellas abrimos nuestra escuela. Un vecino amigable nos regala el gallo; tiene en cada pata cinco uñas y se alza de frente cuando entras en su alambrado reino. Una tarde la gallina clara agacha temerosa, quedó clueca. La retiramos bajo la escalera veintiún días de silencio, quietos y calientes sobre doce huevos, que hacen doce pollitos, que amanecen vivarachos, que van y vienen todos, piando entre plumas amorosas; fue ése un día inolvidable. El futuro crecerá eterno el año con nosotros.


Pitinos (fragmento del mismo capítulo del libro Carbayón en Rojo)
© Luis E.García-Riestra
© Fotografía de Arturo Joaquín

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